Lo que necesitas es:
- 1 masa de hojaldre (la venden enrollada y ya estirada. Mirar en la sección de refrigerados de tu supermercado)
- 7 huevos
- 250 ml de nata para cocinar
- 3 latas pequeñas de atún en aceite (no escabeche)
- 200 gramos apróx. de queso azul (que no sea excesivamente fuerte)
- queso rallado
- media cucharadita de sal
- un molde un poco profundo
- una batidora
- un horno
Untar el molde con un poco, pero sólo un poco, de mantequilla o margarina para que no se pegue el hojaldre; simplemente, una capita muy fina. A continuación, colocar la masa de hojaldre. Probablemente te sobren bordes, entonces, puedes cortarlos o plegarlos hacia dentro. Y eso ya está. Mientras, pon el horno a calentar a 220º apróx. durante unos 7 minutos.
Ahora vamos con el relleno. Se baten los huevos junto con la nata y la sal. Nada, son dos minutitos. No te preocupes si no dispones de batidora, con un tenedor te puedes apañar fácilmente, aunque cansa, ¿eh? Luego coges el atún y escurres el aceite y con un tenedor lo machacas, que quede así en trozos muy pequeños. Y lo mismo con el queso azul, lo cortas en trocitos. Atún y queso lo mezclas con el huevo y la nata. Ahora coges esa masa que estará así liquidita, pero no te preocupes que luego cuaja en el horno. Lo echas encima del hojaldre.
Baja la temperatura del horno a unos 150º más o menos y mete el preparado a hornear. Es algo un poco lento, yo estuve esperando una media hora, pero tranquilo, porque mientras puedes hacer otras cosas. Si hay alguien por ahí en tu casa, pues también puedes decirle que lo vigile un poco, pero tampoco os paséis. Os podéis echar un piti, pero poneros a hablar por teléfono con una amiga para planificar las estrategias de ligue (nunca funcionan) con algún moderno del Barbarella, pues no, porque luego pasa lo que pasa, que oyes a tu madre por ahí de fondo gritando: “pero niña que se te quema el pastel”, y claro, los gritos no molan.
Si llegáis a la cocina y veis que la parte de arriba está muy doradita pero que aquello tiembla y no cuaja ni p’atrás, no os pongáis nerviosos, no pasa nada, la solución es bajar unos grados la temperatura. Para comprobar si está hecho, tan simple como pinchar con un cuchillo en la parte central de la quiche y cuando te salga “limpio”, sin resto de masa, eso es que está listo. El queso rallado lo puedes usar para decorar por encima, pero vamos, no es imprescindible.
Se puede comer caliente o frío. Al día siguiente también está delicioso.
¡Que aproveche!
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